Por si atraigo más a lectores, sí, salen los chicos: Tom Fletcher, Dougie Poynter, Danny Jones y Harry Judd. Pero no como McFly, no. ¿O a lo mejor al final sí...? No digo nada más, pero también quiero avisar que a la protagonista NO pongo nombre, no por cualquier cosa, simplemente no pongo nombre. Y tampoco el tuyo (tn) me parece una cosa que hace feo al fic, pero que en realidad está muy bien sí, pero yo prefiero que os imaginéis a la chica como queráis y con el nombre que queráis. Y no he puesto ninguna foto de ellos para decorar porque no sé, solo deciros que estaban en estado... ¿De desarrollación se dice? No sé, espero que me entendáis con eso y os los imaginéis como estaban al principio.

Gracias por leer :)


miércoles, 18 de mayo de 2011

capítulo uno


Salí de la piscina y cogí mi toalla. Me envolví en ella tapándome entera, de pies a cabeza. El gélido viento azotaba fuerte contra mi cara y me impedía ver claramente dónde pisaba por la cantidad de arenilla que arrastraba. Cogí mi iPod y me dirigí a la parte trasera del jardín. Allí, me senté en una roca que parecía que la habían acomodado para sentarse, pues tenía la forma del trasero. Desbloqueé el iPod, lo tenía con contraseña por mi hermano; un cotilla de narices, y di a música. En ese momento de alegría y tristeza juntos, lo único que me apetecía oír era una voz suave y delicada. Escogí Taylor Swift, Love Story. Bloqueé de nuevo el iPod, me recosté en la picuda roca, y miré al cielo. Estaba gris, no muy normal para un día de verano aquí. Me fui fijando en cada nube. Había una que parecía una mariposa. Me centré en mis pensamientos demasiado y me asusté cuando una mosca se posó en mi nariz y voló ciega hacia mis ojos, haciéndome que reaccionara escandalosamente y saltara de la roca. No le di importancia y subí a mi habitación. Nada más entrar, todo me recordó a él. Tenía fotos juntos por todas partes, durante todo el verano no me había podido olvidar de él. ¿Y quién se olvida de su mejor amigo? Pues nadie. Me senté sobre la cama, ya con un vestido de estar por casa, y me fijé en la foto que tenía en la cabecera de la cama, con un marco rojo; en la que aparecíamos Tom y yo abrazados. Esa foto nos la habíamos hecho una tarde que fuimos al parque juntos para ver a los abuelos dar pan a los patos y a los niños jugar con la pelota. No. No estábamos enamorados. Simplemente éramos mejores amigos desde siempre, desde pequeñitos. Nuestras madres se conocían, para ser exactos, desde pequeñas habían sido mejores amigas. Diecisiete años con él eran muchos si los comparas con cualquier otra persona. Nos queríamos mucho.
Durante todo verano no pude visitarle ni una sola vez, había ido de vacaciones a Noruega. Ayer justo volví, y hoy a decir verdad me apetecía mucho volver a verle después de dos meses y medio sin contacto alguno, pero estaba cansada y lo que ahora más me apetecía hacer era estar lo que quedaba de tarde tumbada en mi cama.
La voz de mi madre me despertó, me había quedado dormida. Bueno, una siesta antes de dormir está bien, ya no tienes que dormir y te da tiempo para hacer todo lo que quieras sola, porque todos duermen en paz.
- Cariño, baja a cenar – Dijo mi madre abriendo la persiana de mi habitación. Se acercó a mí, me dio un suave beso en la frente y salió de mi habitación dejando entrar a mi pesado hermano en ella.
- ¿Juegas conmigo por fa? – Me dijo tirándose encima mío.
- No, además, ahora vamos a cenar.
- ¿Luego?
- Luego tú tienes que dormir, sólo tienes diez añitos y necesitas descansar para ir mañana al colegio.
- Tú también vas al cole y no vas a dormir que lo sé yo.
- Yo soy mayor.
- Me da igual – Dijo saliendo de mi habitación con los brazos en jarras – Me he enfadado.
- Pues enfádate – Y me levanté de la cama, me desperecé y bajé a cenar.
_______________________

Después de desayunar, me vestí entusiasmada y salí de casa pegando saltitos. Hoy iba a ver a Tom después de dos meses, casi tres.
Subí a la parada, esperé al autobús y cuando ya estuve enfrente del instituto, mi corazón empezó a latir con fuerza. Dios, Tom. Tom. Necesitaba darle el abrazo más grande del mundo. A mi Tom, a la persona más maravillosa del mundo y a la que más me alegro de tener como amigo. Ah, bueno, sí. También tenía más amigos. En realidad, sólo uno más. Y sí, chico. Ni una chica iba conmigo, ninguna se había acercado ni siquiera para pedirme un trozo del maravilloso bocata de jamón que mi madre me preparaba. Sí, adoro el jamón. A lo que iba, ese chico se llamaba Doug. Dougie para ser más puntuales. Mi Doug. Doug el año pasado había empezado a ir con Tom y conmigo todos los días, en el instituto, a la salida del instituto y los días que no había instituto. Y no, no era un acoplado para mí. Ni mucho menos. Empecé a quererle tanto como a Tom. Había empezado a venirse con nosotros porque Tom un día le encontró sólo, llorando. Nunca nos quiso explicar por qué, pero una tarde se decidió por fin a contárnoslo. Decía que todo el mundo se metía con él, que era el raro, que estaba sólo y que nadie le quería. No pude esa tarde oprimir mis lágrimas y mis ganas de abrazarle, y le achuché contra mí todo lo que pude y más. Tom y yo jamás le abandonaríamos, y durante todo ese año junto a él, le defendimos. Él también se defendía, no éramos sus guardaespaldas ni mucho menos. Éramos sus amigos, y hacíamos por él lo que hacen los amigos. Uno de los que se metía con él era el famosísimo Danny Jones, junto con su pandilla de chulos, Harry Judd y algunos más. Pero esos eran los principales de ese grupito de chupaculos. Y Danny era el supuesto "jefe" si es que así se hacía llamar. Y bueno, yo a Harry le veía como una persona amable y que merecía la pena, hasta que empezó juntándose con él y pasó a ser el perrito faldero del pecoso. Tom y yo llamábamos a Danny pecoso porque tenía pecas por todas partes, visibles, de su cuerpo. Sí, así como lentejas. Una vez nos metimos con él defendiendo a Doug por tirarle al charco de barro y le llamamos pecoso. La rabia que se cogió esa tarde. Bueno sí, Tom y yo no éramos muy buenos defendiendo y acabamos igual que Dougie: tirados en el charco de barro. Pero en el fondo nos lo pasábamos bien los tres ahí juntos, en el charco de todas las tardes. Ese lleno de barro en el que los tres, después de una bronca con Danny, nos salpicábamos y acabábamos empapados hasta los calcetines y orejas.
Todos estos recuerdos me venían a la mente mientras les esperaba sentada en un banco del patio, mirando a todos los niños y niñas que pasaban, se abrazaban conmovidos de ver caras conocidas y hablaban del verano. Yo ya cansada de esperar, cogí y me fui dentro de clase y no pude creer lo que veía. Tom todavía no había llegado, pero Doug sí. Y no estaba sólo y llorando como lo encontró Tom. Estaba rodeado de chicos y chicas y riendo escandalosamente. Riendo de una gracia que acababa de hacer él, él el que se llamaba así mismo "marginado social", haciendo una gracia a todos y lo más sorprendente no para mí, para el antiguo Dougie, todos riéndose.

No hay comentarios:

Publicar un comentario